martes, 21 de abril de 2020

Ante todo, mucha calma

Ante todo, mucha calma:

Lo hemos comentado, compas, cada vez que se ha podido. Lo hemos leído aquí y allá. Y creo que es necesario insistir y recordar: tenemos que mandar un mensaje de tranquilidad, calma y apoyo a nuestro alumnado y a sus familias. 


Nos falta información: no sabemos qué va a ocurrir, ni qué medidas adoptarán nuestros gobiernos, ni qué pasará la semana que viene o dentro de un mes. 
Ellos tampoco.

Nos falta formación: no sabemos cómo funcionar, qué medios emplear, cómo usar de la mejor forma posible los que tenemos. 
Ellos tampoco.

Nos faltan medios adecuados, estamos trabajando con lo que nos pilló a mano cuando nos quedamos encerrados: teléfonos, tablets o PC personales y nuestras wifi compartidas con toda la familia. 
A ellos también.

Tenemos que lidiar con decisiones que no son nuestras, pensadas por personas que no están aquí, con datos de los que no disponemos, pero que nos vienen impuestas; que generan problemas que nosotros -asumámoslo- no podemos resolver. 
Ellos también. En situaciones más complicadas de lo que podemos imaginar.

Tomémoslo con calma.

Tenemos problemas para ajustar el "horario de trabajo” a la realidad de nuestro propio confinamiento, las necesidades de nuestras familias. Tenemos hijos, hijas o familiares dependientes o en riesgo. 
Ellos también tienen que aprender a estar 24 horas al día juntos con sus hijos e hijas “difíciles”. Y los hijos e hijas tienen que aprender a estar con sus padres, sus madres que posiblemente están muertos de miedo ante la ausencia de medios con los que ganarse la vida.

Nos demandan materiales, actividades, ejercicios, cauces de contacto como si fueran a estar seis horas diarias en clase como en cualquier día normal. 
Y sabemos que no es verdad, es imposible para ellos. Por mucha voluntad que pongan, cuando la ponen, las familias no son docentes. Y muy pocos están preparados para trabajar con el alumnado que tiene necesidades específicas.


Nos piden ejercicios, tareas, centrados en las materias como si dependiera de estos meses tan extraños su futuro académico. Y no. No son tan importantes.

¿Qué se considera importante? -y lo dice gente que sabe más y se explica mejor que yo-

Se considera importante que adquieran hábitos, un poco de disciplina, un poco de organización. En el aislamiento es vital organizar, crear y mantener rutinas de trabajo diarias. Y estas rutinas les serán muy necesarias cuando todo acabe, para retomar la marcha normal de sus procesos académicos.

Se considera importante que aquellos y aquellas que están en riesgo no se nos pierdan definitivamente, no se queden definitivamente descolgados por falta de medios, de alguien que les supervise o simplemente de interés.

Se considera importante que ayudemos a las familias a estar tranquilas, a mantener la calma, a que se den cuenta de lo difícil de nuestra labor diaria cuando las cosas son “normales”.

Se considera importante que les ayudemos a distinguir los hechos de los bulos. La información veraz de las opiniones desinformadas.

Que ayudemos a sus familias a que eduquen en el uso adecuado de estas tecnologías, que son super útiles, pero que no pueden sustituir al apoyo de un profesor o al consejo de un padre o una madre.

Se considera importante que aprendan a estar tranquilos. A no aumentar el pánico o el miedo en situaciones extrañas. A que descubran por qué en el Instituto hacemos simulacros a veces.

Somos profes. Tenemos que enseñar y ayudar. Lo que nos sobra es tiempo. No tenemos ninguna prisa en terminar libros o temarios. En serio.

Otros datos del currículo (los nombres de los ríos de Nepal, los tipos de polígonos o la importancia del sujeto) tendrán tiempo de ser revisados, repasados, aprendidos un poco más adelante. Mañana. Cuando estemos de vuelta en el instituto.


Hasta entonces, compas, chicos, chicas, familias… calma. 

Todas las tormentas acaban pasando. 

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